Y es que llevo siete años desarrollando e implantando proyectos de comercio electrónico y pasarelas de pago, un cometido al que ahora pongo cierre para asumir nuevos retos. A lo largo de este período he convivido con el desarrollo de Internet en España y el crecimiento de usuarios.
Mi análisis del comercio electrónico en España es agridulce. Las formas de pago han cambiado muy poco en siete años, visto de manera optimista, se hicieron tan bien al principio que no ha habido que tocarlas, han sido adelantadas a su tiempo. Nacieron con las ambiciones y proyección de ka época de la burbuja punto com pero sobrevivieron a su estallido.
Visto por el lado pesimista, los medios de pago en internet no han cambiado en todos estos años, no han surgido ideas creativas, no ha evolucionado la tecnología, no se han estandarizado los servicios. Cada comercio u organismo que necesita cobrar por sus servicios traslada una experiencia de usuario diferente con la confusión que eso genera, seguimos con los mismos miedos a poner el número de tarjeta que en el año 2002.
En cualquier caso, la madurez de los compradores es radicalmente diferente ahora, su formación técnica y su conocimiento de las formas de pago (su educación financiera) ha evolucionado de manera ostensible. Han surgido comercios virtuales de todo tipo y pelaje, han crecido el número de compradores y el dinero gastado, pero los comercios, salvo honrosas excepciones, siguen en el pleistoceno digital.
¿Por qué nos ocurre esto? Todos las piezas del rompecabezas han aportado su granito de arena. Yo veo algunas claves:
- Falta de foco: Las inversiones de los nuevos negocios en internet son para los diseñadores y los publicistas, nadie invierte en consultoría de procesos.
- Amateurismo en la Dirección: grandes negocios tradicionales dejan su cara web en manos del hijo del dueño sin analizar si está o no capacitado para acometer la labor.
- Amateurismo en el desarrollo: cualquier programador no es válido para diseñar tiendas virtuales, se necesita conocer bien las herramientas y las particulariddades del canal.
- Amateurismo en la ejecución: sin procesos de medición ni de control de los comercios en explotación.
- Amateurismo en el diseño: hay deficiencias en los planteamientos de los comercios. Todos quieren ayuda pero no están dispuestos a pagar para conseguirla-
- Amateurismo en las herramienras: el mal del "Todo gratis" en Internet
Lo que si he detectado por mi trabajo es una necesidad absoluta de personalizadores e implantadores de soluciones de comercio electrónico. Así que, tiendas del mundo, acudan al mercado a buscar proveedores y especialistas que sepan acompañarles en las decisiones de venta on line y su posterior desarrollo.
2 comentarios:
Interesante reflexión.
A veces pienso que nadie se lee las encuestas de porqué la gente no compra por internet y busca como solucionar el problema sin recurrir exclusivamente al marketing.
Si mi padre no quiere introducir el número de tarjeta en una tienda de EEUU, no lo va a hacer. Aunque haya anuncios que digan que es igual de seguro que en el restaurante de la esquina.
Pero si tuviera una tarjeta de prepago que comprara en una tienda física (como las recargas de los móviles), seguramente no tendría ese reparo. Al fin y al cabo, sólo podría perder, como máximo, el importe de esa tarjeta. Creo que en su día existía una opción como esta para cargar saldo en paypal (o similar), pero hace tiempo que no lo encuentro.
No sé si esto es una buena solución o sólo valdría para mi padre, pero seguro que alguien, pensando sobre esto, podría encontrar soluciones imaginativas más allá del "pleistoceno digital".
@Rafa, Que yo conozca, el Santander tiene una tarjeta prepago (se recarga desde la web) para compras por Internet. Se llama eCash y es una Mastercard, con lo que se admite en cualquier comercio que admita tarjetas.
Por otro lado había cajas que tenían "tarjetas virtuales" de un solo uso, en el momento del pago te generaban un número de tarjeta específico para esa compra.
De todas formas los patrones de los compradores son muy dispares y estoy convencido de que la solución no es única.
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