Esta semana salía a la luz un vídeo en el que utilizaban un modem de 1964 para conectarse a la wikipedia. Aparte del exotismo propio del documento, quiero reflexionar en voz alta sobre dos elementos que lo hacen posible y que suponen dos características importantes en esta Internet de la que tanto me gusta hablar.
Por un lado, señalar la validez de los protocolos de comunicación. Con sus ventajas e inconvenientes, la tecnología sobre la que reside la red sigue siendo vigente 45 años después. Internet evoluciona muy rápido, cada día surgen nuevas aplicaciones y servicios, pero eso no supone que los antiguos dejen de ser válidos. Hay sitio para todos, lo que no es poco en este mundo donde los años y la experiencia no es siempre respetada y valorada.
El otro punto que quiero destacar viene provocado por el destino de la comunicación: la wikipedia. En toda comunicación el canal tiene un peso importante, lo destacábamos en el párrafo anterior, pero no existe una comunicación completa sin un receptor.
La conexión a la wikipedia, compendio del saber actual, no está vetada exclusivamente a potentes ordenadores, navegadores punteros y anchos de banda como los actuales ADSL. Una conexión 10.000 veces más lenta que un estándar actual (un ADSL de 3 Megas), llega igualmente a su objetivo y obtiene una respuesta.
Internet corre mucho, pero no olvida a nadie por el camino.
Os dejo con el vídeo, en inglés y quizás es largo, sólo tolerable para perfiles técnicos:
Mucho preguntar por cómo hubiese sido vuestra vida con 20 años y las herramientas de ahora y yo no os había contado nada de lo mío. Todavía estoy a tiempo (y tú si no lo has hecho ya...).
Mis 20 años coincidieron a caballo entre el 92 y el 93, con la Expo de Sevilla, las Olimpiadas de Barcelona, el año Xacobeo y el inicio de mi relación con la que ahora es mi mujer. Tenía atravesada la Física de primero de la licenciatura de Informática y todavía andaba con ganas de ganarme la vida (o al menos parte de ella) jugando al Baloncesto.
A pesar de haberos hecho la pregunta, pero con la pista que supone contestarla después de leer vuestras contribuciones, yo no creo que las herramientas sean capaces de cambiar tanto a las personas. Aunque me gustaría no pensarlo, lo cierto es que la vida no hubiese sido tan diferente.
Nos gusta fantasear con lo que quisimos ser y no fuimos y pensamos que es algo externo lo que nos impidió hacerlo. Pues, lo dicho, aunque me duela creo que un 95% de nuestra vida nos lo hemos ganado a pulso.
Dejo abierta una puerta porque sí es verdad que haber tenido a mano las herramientas más adecuadas en determinadas ocasiones hubiese cambiado el signo de los tiempos, pero no es menos cierto que esas mismas herramientas unas veces habrían variado el destino a favor y otras en contra, con lo que el saldo final no es tan diferente.
Volviendo a mi vida, está claro que si ya procrastinaba en esa época, con la red en su apogeo actual (aunque en el 92 ya cruzaba correos y chateaba con mi amigo Jose que ya residía en Saint Louis) hubiese desviado muchos esfuerzos a otras cosas de las que me entretenían por esa época.
Hubiera jugado en red. El Monkey Island, Doom, o los primeros TombRaider hubiesen sido diferentes. Probablemente ya hubiese blogueado y quizás tendría mi propia web.
No habría tenido que cargar con mi walkman y sus cintas por todos lados, ¿vosotros metíais las pilas en la nevera para que se "recargasen"? Las pilas estaban en nuestra vida, lo que hubiesemos agradecido unas baterías de litio como las de ahora.
Y las cartas, tantas cartas aburridas cambiadas por espontáneos correos electrónicos, sms o tuiteos. Habríamos perdido esa fascinación por las personas que te obligaban a conocerlas y descubrirlas poco a poco. Con las herramientas de ahora y nuestra vida en directo lo que nos llevaba meses descubrir en amigos y parejas lo tendríamos visto en pocas horas. Creo que prefiero lo de ahora, lo siento, soy práctico.
Seguramente hubiera sacado la manera de residir un tiempo en el extranjero, erasmus mediante o similar. La globalización me ha pillado "mayor" y mis viajes se limitan a las vacaciones, las distancias han cambiado radicalmente con las herramientas de ahora.
Sirva de ejemplo de las distancias el coste de una llamada telefónica. Os acordareis de la trascendencia de "poner una conferencia", los más jóvenes se lo habréis oído a vuestros padres. Era algo así como la aversión actual a los 902, algo que hacías siempre desde la oficina para no lastrar tu factura de telefonía, que entonces rondaba las 25.000 pelas (150 euros) de las de entonces cada dos meses, sin despeinarse y sin ADSL ni nada.
Bueno, apurar vuestros comentarios que esta semana quiero escribir un post resumen con vuestras opiniones de la vida con 20 años y las herramientas de ahora.
Mis 20 años coincidieron a caballo entre el 92 y el 93, con la Expo de Sevilla, las Olimpiadas de Barcelona, el año Xacobeo y el inicio de mi relación con la que ahora es mi mujer. Tenía atravesada la Física de primero de la licenciatura de Informática y todavía andaba con ganas de ganarme la vida (o al menos parte de ella) jugando al Baloncesto.
A pesar de haberos hecho la pregunta, pero con la pista que supone contestarla después de leer vuestras contribuciones, yo no creo que las herramientas sean capaces de cambiar tanto a las personas. Aunque me gustaría no pensarlo, lo cierto es que la vida no hubiese sido tan diferente.
Nos gusta fantasear con lo que quisimos ser y no fuimos y pensamos que es algo externo lo que nos impidió hacerlo. Pues, lo dicho, aunque me duela creo que un 95% de nuestra vida nos lo hemos ganado a pulso.
Dejo abierta una puerta porque sí es verdad que haber tenido a mano las herramientas más adecuadas en determinadas ocasiones hubiese cambiado el signo de los tiempos, pero no es menos cierto que esas mismas herramientas unas veces habrían variado el destino a favor y otras en contra, con lo que el saldo final no es tan diferente.
Volviendo a mi vida, está claro que si ya procrastinaba en esa época, con la red en su apogeo actual (aunque en el 92 ya cruzaba correos y chateaba con mi amigo Jose que ya residía en Saint Louis) hubiese desviado muchos esfuerzos a otras cosas de las que me entretenían por esa época.
Hubiera jugado en red. El Monkey Island, Doom, o los primeros TombRaider hubiesen sido diferentes. Probablemente ya hubiese blogueado y quizás tendría mi propia web.
No habría tenido que cargar con mi walkman y sus cintas por todos lados, ¿vosotros metíais las pilas en la nevera para que se "recargasen"? Las pilas estaban en nuestra vida, lo que hubiesemos agradecido unas baterías de litio como las de ahora.
Y las cartas, tantas cartas aburridas cambiadas por espontáneos correos electrónicos, sms o tuiteos. Habríamos perdido esa fascinación por las personas que te obligaban a conocerlas y descubrirlas poco a poco. Con las herramientas de ahora y nuestra vida en directo lo que nos llevaba meses descubrir en amigos y parejas lo tendríamos visto en pocas horas. Creo que prefiero lo de ahora, lo siento, soy práctico.
Seguramente hubiera sacado la manera de residir un tiempo en el extranjero, erasmus mediante o similar. La globalización me ha pillado "mayor" y mis viajes se limitan a las vacaciones, las distancias han cambiado radicalmente con las herramientas de ahora.
Sirva de ejemplo de las distancias el coste de una llamada telefónica. Os acordareis de la trascendencia de "poner una conferencia", los más jóvenes se lo habréis oído a vuestros padres. Era algo así como la aversión actual a los 902, algo que hacías siempre desde la oficina para no lastrar tu factura de telefonía, que entonces rondaba las 25.000 pelas (150 euros) de las de entonces cada dos meses, sin despeinarse y sin ADSL ni nada.
Bueno, apurar vuestros comentarios que esta semana quiero escribir un post resumen con vuestras opiniones de la vida con 20 años y las herramientas de ahora.
Os voy a contar una historia curiosa, de esas que sólo pasan en Internet, que me contaron este fin de semana. No la he podido contrastar, pero es de esas cosas en las que el que la cuenta no tiene nada que ganar con la mentira.
Resulta que un grupo de españolitos lleva unos años luchando por sacar adelante un partido político que lucha por la erradicación de la pobreza. Como todo este tipo de formaciones, el dinero no llega para realizar grandes inversiones publicitarias, por lo que aguzan su ingenio para conseguir aparecer en los titulares.
Me contaba una señora ya entrada en años, miembro de dicho partido, que a su hijo se le ocurrió ponerse en contacto con Matt Harding, ese que viajaba por el mundo haciendo un ¿baile? singular en todo tipo de lugares, para pedirle utilizar uno de sus videos como base para editar un video del mencionado partido político.
La historia, como no, tiene final feliz, Matt, un tío con pinta de ser humilde y muy majete, les cede los derechos dada la noble causa a la que se destina el vídeo que podéis ver más abajo.
Una historia pues de globalización, de personas y de valores, por no contar la iniciativa y el arrojo para acceder a una persona aparentemente muy lejana. Y de política, que hablen otros, yo tengo claro a quien no voy votar.
Resulta que un grupo de españolitos lleva unos años luchando por sacar adelante un partido político que lucha por la erradicación de la pobreza. Como todo este tipo de formaciones, el dinero no llega para realizar grandes inversiones publicitarias, por lo que aguzan su ingenio para conseguir aparecer en los titulares.
Me contaba una señora ya entrada en años, miembro de dicho partido, que a su hijo se le ocurrió ponerse en contacto con Matt Harding, ese que viajaba por el mundo haciendo un ¿baile? singular en todo tipo de lugares, para pedirle utilizar uno de sus videos como base para editar un video del mencionado partido político.
La historia, como no, tiene final feliz, Matt, un tío con pinta de ser humilde y muy majete, les cede los derechos dada la noble causa a la que se destina el vídeo que podéis ver más abajo.
Una historia pues de globalización, de personas y de valores, por no contar la iniciativa y el arrojo para acceder a una persona aparentemente muy lejana. Y de política, que hablen otros, yo tengo claro a quien no voy votar.
Llegan las elecciones, en este caso europeas, y ya podemos ver a los buitres de la política planeando sobre todo lo que huela a voto. Independientemente de que cada uno vote en conciencia, tal y como nos recomienda Enrique Dans hoy mismo en su blog, las escenas de los políticos saliendo de sus madrigueras a la caza de la pieza son inenarrables.
Todavía más paradójico es verles alardear de apertura y modernidad cuando hace nada votaban a favor del canon o de romper la neutralidad de la red. Pero lo mejor es cuando se enfrentan a eso que llamamos Internet 2.0. Si bien existen en todos los partidos preciadas excepciones, las maquinarias electorales hacen caso omiso de ellos e irrumpen en blogs, redes sociales, twitter y foros como si siempre hubiesen estado allí.
Pobrecitos, ignoran que Internet 2.0 tiene memoria, se olvidan de que Internet 2.0 no les necesita para conversar, desconocen que no monopolizan el discurso, fallan al interpretar el diálogo... No saben escuchar, no saben conversar o, lo que es peor, no quieren aprender a hacerlo. Lo vimos hace poco con un congresista europeo del PSOE en facebook o con Rosa Díez en twitter.
Y siguen sin entenderlo. Señores políticos: el poder de la 2.0 está en como nos cambia por dentro a cada uno no en la influencia directa que puedan ejercer las herramientas existentes. Están invitados a cambiar con nosotros ¿vienen?
Todavía más paradójico es verles alardear de apertura y modernidad cuando hace nada votaban a favor del canon o de romper la neutralidad de la red. Pero lo mejor es cuando se enfrentan a eso que llamamos Internet 2.0. Si bien existen en todos los partidos preciadas excepciones, las maquinarias electorales hacen caso omiso de ellos e irrumpen en blogs, redes sociales, twitter y foros como si siempre hubiesen estado allí.
Pobrecitos, ignoran que Internet 2.0 tiene memoria, se olvidan de que Internet 2.0 no les necesita para conversar, desconocen que no monopolizan el discurso, fallan al interpretar el diálogo... No saben escuchar, no saben conversar o, lo que es peor, no quieren aprender a hacerlo. Lo vimos hace poco con un congresista europeo del PSOE en facebook o con Rosa Díez en twitter.
Y siguen sin entenderlo. Señores políticos: el poder de la 2.0 está en como nos cambia por dentro a cada uno no en la influencia directa que puedan ejercer las herramientas existentes. Están invitados a cambiar con nosotros ¿vienen?
Os invito a formar parte de un experimento colaborativo. El formato es sencillo, una sóla pregunta y texto con extensión libre para su respuesta.
La pregunta es la misma que el título de este blog, y los que me seguís por Twitter o Facebook ya la conocíais con unas horas de antelación:
Me da igual si teneis 60, 40 o 25 años. Esto va tan rápido que los avances y cambios se suceden en cortos intervalos de tiempo. Ese mismo frenesí nos impide valorar la transformación que sufrimos por dentro y la adaptación a las nuevas herramientas y tendencias.
Pensad en vuestra vida con 20 años, como trabajabais, como estudiabais, como os divertíais, como os relacionabais... Estaré encantado de recibir vuestras reflexiones con una única condición, conocer vuestra edad o al menos la franja en la que os encontráis actualmente para poder contextualizar las respuestas.
Con los trabajos recibidos montaremos algo divertido para todos los participantes y útil para los que lo lean. La idea base es crear un proyecto abierto y colaborativo en el que cualquier aporte será bienvenido.
Podéis utilizar el correo electrónico, compartir documentos en la nube o publicar al respecto en vuestros propios blogs. Cualquier camino es bueno. Sólo pido que notifiqueis vuestra intención de participar en esto a través de cualquier medio: comentarios en el blog, mensajes en twitter o por correo electrónico (jaimecuesta -arroba- gmail -punto- com)
A sabiendas de vuestro interés no ponemos un deadline para la participación.
La pregunta es la misma que el título de este blog, y los que me seguís por Twitter o Facebook ya la conocíais con unas horas de antelación:
¿Como habría sido tu vida a los 20 años con las herramientas de ahora?
Me da igual si teneis 60, 40 o 25 años. Esto va tan rápido que los avances y cambios se suceden en cortos intervalos de tiempo. Ese mismo frenesí nos impide valorar la transformación que sufrimos por dentro y la adaptación a las nuevas herramientas y tendencias.
Pensad en vuestra vida con 20 años, como trabajabais, como estudiabais, como os divertíais, como os relacionabais... Estaré encantado de recibir vuestras reflexiones con una única condición, conocer vuestra edad o al menos la franja en la que os encontráis actualmente para poder contextualizar las respuestas.
Con los trabajos recibidos montaremos algo divertido para todos los participantes y útil para los que lo lean. La idea base es crear un proyecto abierto y colaborativo en el que cualquier aporte será bienvenido.
Podéis utilizar el correo electrónico, compartir documentos en la nube o publicar al respecto en vuestros propios blogs. Cualquier camino es bueno. Sólo pido que notifiqueis vuestra intención de participar en esto a través de cualquier medio: comentarios en el blog, mensajes en twitter o por correo electrónico (jaimecuesta -arroba- gmail -punto- com)
A sabiendas de vuestro interés no ponemos un deadline para la participación.
Llevo unas semanas (pocas) acompañado de una BlackBerry sometida a uso intensivo. Es mi primera BlackBerry por lo que mis experiencias y sensaciones que intento transmitiros en este texto espero que sean útiles para cualquiera que se acerca a estos aparatitos.
Uso el término "aparato" porque llamar teléfono a este gadget (Suena mejor en inglés) es algo demasiado restrictivo. Ya se que desde un teléfono de los de ahora se puede hacer de todo, pero estaréis conmigo que quien maneja una BB no puede quedar indiferente.
Yo la definiría como una PDA que, además, sirve para hablar por teléfono. En concreto manejo una BlackBerry Pearl 8120. La usabilidad, pues, del cacharro requiere tener claro qué estamos evaluando.
Si evaluamos el cacharro como si de un teléfono se tratara, estaríamos hablando de buenos componentes pero complicado de usar. Las cosas no están donde los teléfonos las suelen tener o no se llaman como se llaman en el resto de teléfonos del mundo. Cambiar un fondo de pantalla, asignar una melodía, modificar el PIN o mandar un SMS puede ser todo un reto.
Pero si evaluamos el dispositivo como una extensión de nuestro puesto de trabajo, estamos hablando de una máquina perfecta para multiplicar nuestra productividad, de una ayuda sin igual y de una facilidad de uso digna de los dispositivos de la marca de la Manzana.
Las herramientas de trabajo están maduras y bien ligadas y uno las encuentra donde espera encontrarlas, cerca, muy cerca. Gestionar una agenda, revisar tu buzón, enviar correos, administrar contactos. Ahí es donde radica la potencia de RIM (el fabricante) y sus Blackberries. Su integración con el mundo laboral es muy alta y de hecho se han convertido en un estándar a base de ser diferente que los demás. Algo no muy habitual.
En resumen: soy uno más en la dictadura del temido Crackberry
Foto: vía www.blackberry.com
Uso el término "aparato" porque llamar teléfono a este gadget (Suena mejor en inglés) es algo demasiado restrictivo. Ya se que desde un teléfono de los de ahora se puede hacer de todo, pero estaréis conmigo que quien maneja una BB no puede quedar indiferente.
Yo la definiría como una PDA que, además, sirve para hablar por teléfono. En concreto manejo una BlackBerry Pearl 8120. La usabilidad, pues, del cacharro requiere tener claro qué estamos evaluando.
Si evaluamos el cacharro como si de un teléfono se tratara, estaríamos hablando de buenos componentes pero complicado de usar. Las cosas no están donde los teléfonos las suelen tener o no se llaman como se llaman en el resto de teléfonos del mundo. Cambiar un fondo de pantalla, asignar una melodía, modificar el PIN o mandar un SMS puede ser todo un reto.
Pero si evaluamos el dispositivo como una extensión de nuestro puesto de trabajo, estamos hablando de una máquina perfecta para multiplicar nuestra productividad, de una ayuda sin igual y de una facilidad de uso digna de los dispositivos de la marca de la Manzana.
Las herramientas de trabajo están maduras y bien ligadas y uno las encuentra donde espera encontrarlas, cerca, muy cerca. Gestionar una agenda, revisar tu buzón, enviar correos, administrar contactos. Ahí es donde radica la potencia de RIM (el fabricante) y sus Blackberries. Su integración con el mundo laboral es muy alta y de hecho se han convertido en un estándar a base de ser diferente que los demás. Algo no muy habitual.
En resumen: soy uno más en la dictadura del temido Crackberry
Foto: vía www.blackberry.com
Como siempre digo, no soy ejemplo de nada en esto de las nuevas tecnologías, pero la experiencia me dice que suelo adoptar comportamientos en la utilización de las mismas que pasado un tiempo se convierten en habituales para usuarios menos intensivos de Internet.
La experiencia que quiero traer hoy a la palestra es la de la ubicuidad, no estoy hablando de la primera de sus acepciones según la RAE, más bien de la segunda:
ubicuo, cua.
Para alguien que todo lo quiere presenciar y vive en continuo movimiento es imprescindible contar con las herramientas adecuadas y eso, cuando hablamos de internet, consiste en contar con dispositivos y aplicaciones que nos permitan conectarnos en cualquier lugar, con cualquier dispositivo y en cualquier momento.
Twitter es un ejemplo curioso de esta filosofía. Su decisión fue permitir a cualquiera crear aplicaciones y servicios para acceder a los mensajes de Twitter. Lejos de restar poder a la plataforma, esto ha permitido llegar a todos los usuarios en un tiempo record y ofrecer al tuitero (dicese del que tuitea o utiliza twitter para crear y publicar contenido) una manera de publicar y consultar su información dentro de su red en twitter.
De esta manera la ubicuidad es un objetivo trivial en twitter, puedes publicar desde la web, desde un plugin del navegador, desde aplicaciones dedicadas, desde el móvil con SMS's, desde twitterberry en tu blackberry, desde twiterrific en el iphone, desde twibble en tu móvil con java. Incluso ya se están planteando "máquinas" que twittean sus estados y eventos.
Además, dada la simpleza del servicio, la experiencia de usuario no varía en demasía de una aplicación a otra de manera que el salto de un cliente twitter (que así se llaman) a otro es de lo más transparente posible.
Volviendo al hilo de la ubicuidad y mi experiencia, Internet precisa de políticas abiertas en vez de restrictivas para que los servicios que se prestan puedan crecer libremente y de manera eficiente y eficaz.
La experiencia que quiero traer hoy a la palestra es la de la ubicuidad, no estoy hablando de la primera de sus acepciones según la RAE, más bien de la segunda:
ubicuo, cua.
(Del lat. ubīque, en todas partes).
1. adj. Dicho principalmente de Dios: Que está presente a un mismo tiempo en todas partes.
2. adj. Dicho de una persona: Que todo lo quiere presenciar y vive en continuo movimiento.
Para alguien que todo lo quiere presenciar y vive en continuo movimiento es imprescindible contar con las herramientas adecuadas y eso, cuando hablamos de internet, consiste en contar con dispositivos y aplicaciones que nos permitan conectarnos en cualquier lugar, con cualquier dispositivo y en cualquier momento.
Twitter es un ejemplo curioso de esta filosofía. Su decisión fue permitir a cualquiera crear aplicaciones y servicios para acceder a los mensajes de Twitter. Lejos de restar poder a la plataforma, esto ha permitido llegar a todos los usuarios en un tiempo record y ofrecer al tuitero (dicese del que tuitea o utiliza twitter para crear y publicar contenido) una manera de publicar y consultar su información dentro de su red en twitter.
De esta manera la ubicuidad es un objetivo trivial en twitter, puedes publicar desde la web, desde un plugin del navegador, desde aplicaciones dedicadas, desde el móvil con SMS's, desde twitterberry en tu blackberry, desde twiterrific en el iphone, desde twibble en tu móvil con java. Incluso ya se están planteando "máquinas" que twittean sus estados y eventos.
Además, dada la simpleza del servicio, la experiencia de usuario no varía en demasía de una aplicación a otra de manera que el salto de un cliente twitter (que así se llaman) a otro es de lo más transparente posible.
Volviendo al hilo de la ubicuidad y mi experiencia, Internet precisa de políticas abiertas en vez de restrictivas para que los servicios que se prestan puedan crecer libremente y de manera eficiente y eficaz.
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