
Abstrayéndonos del propósito nos centraremos en la interfaz de comunicación con el propio vehículo, es decir, ¿cómo le indicaremos que vamos a tal sitio? ¿cómo le diremos que llevamos especial prisa porque, por ejemplo, llegamos justos de tiempo a un vuelo? ¿cómo le diremos que preferimos ir por la calle Serrano aunque el Paseo de La Castellana sea más rápido?...
Difíciles cuestiones. Para responder a muchas de ellas, los programadores de estos artefactos recurren a la denominada Inteligencia Artificial, con ello consiguen convertir a los dispositivos en máquinas capaces de aprender y capaces de tomar y optimizar decisiones ante situaciones no previstas. Coches que nos reconocerán y nos llevarán por donde nos gusta y al ritmo que nos gusta y que cuando haya obras en la calzada o un atasco no habitual tomarán las decisiones más adecuadas.
Pero si salimos de los robots más dependientes del hardware (como un coche) y nos vamos a robots más "virtuales", la cosa se complica. Nos vamos acostumbrando a hablar con las máquinas, sí, como mi bisabuela hablaba con la presentadora del telediario cuando saludaba al principio de la emisión del programa :-). Charlamos con la máquina que nos identifica en las líneas de atención telefónica, le pedimos a Siri un contacto para llamar o a Google un restaurante cercano.
De momento son máquinas más o menos "tontas", programadas para entenderte y responder a tu pregunta. Pero, no dentro de mucho, nos encontraremos con máquinas cada vez más versátiles, que sepan hablarte en el tono adecuado, gastarte bromas cuando te vean triste o guardar silencio cuando sepan que no estás para nadie. Parece ciencia ficción, pero falta muy poco.
Imaginaros el coche saludando "¡qué bien te veo esta mañana!" y leyendo nuestra cara para interpretar si te ha gustado el saludo y repetirlo al día siguiente o, por el contrario, asegurándose que la siguiente mañana se dejará de colegueo y me saludará con un escueto "Buenos días señor Cuesta". Sin ir más lejos, esta semana @Carlosatmad y yo llegábamos a la conclusión en twitter que cuando batimos de forma continuada los tiempos de trayecto que Google maps facilita en todos los desplazamientos, lo es porque "éste" se deja ganar a propósito para engordar nuestro ego de conductor.
Nos esperan situaciones grotescas, discusiones con nuestro asistente virtual incluídas, o personas que le suelten todos sus problemas a la pobre maquinita. Me atrevo a decir que muchos no conseguirán adaptarse a las nuevas herramientas, o simplemente decidirán no hacerlo, de forma que todo lo que hemos visto en pelis de ciencia ficción irá cumpliéndose de una u otra manera, acaso no recordáis a HAL 9000 en "2001 Odisea en el Espacio" o a los androides de La guerra de Las Galaxias. La línea entre máquina y persona se difumina.
Yo, por si las moscas, me abstendré de hablar mal de mis dispositivos en su presencia, no vaya a ser que el día de mañana tomen represalias.