La honradez es un concepto etéreo. Cada uno la entiende a su manera,
le asigna unos límites y una importancia, incluso hay personas que se
divierten traspasando esos límites sin pensar que ese juego
automáticamente está generando un impacto negativo en las personas del
otro lado. Siempre hay un damnificado por esa mentirijilla, triquiñuela o
tejemaneje.
En
el país donde el Lazarillo de Tormes es un héroe o donde algunos se
escudan en el "Sistema" para justificar sus desmanes y flaquezas,
tenemos que lidiar continuamente con los mencionados límites en la
familia, con los amigos o en el trabajo. O asistir sorprendidos,
cabreados o asqueados al desfile mediático de determinados personajes de
la política o los medios y sus variados conceptos de integridad y
honradez.
Ahora más que nunca intento ser honrado conmigo
mismo y los que me rodean. Es algo que sólo con los gestos y obras se
puede enseñar a tus hijos y que, dados los tiempos que corren, los que
te rodean valoran y perciben como se debe. Pasa en casa, en la calle o
en el trabajo, no podemos dejar nunca de predicar con el ejemplo.
No te dejes llevar por el lado oscuro...
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