
Con ese ánimo uno afronta su vida, tanto en lo personal como en lo profesional, lo que en este mundo de reclamos crecientes supone rizar el rizo a cada paso. Me divierte rizar el rizo y me vuelvo a levantar cuando el equilibrio desaparece y las circustancias me invitan a derrumbarme.
Esta forma de vida encaja con horarios flexibles y apoyo de todos los que me rodean, desde Bar, mi mujer, hasta mi familia, amigos y compañeros de trabajo. Sí, tu también, anónimo conductor al que mi última apurada de frenada y trazada subsiguiente le ha dejado entre sorprendido y cabreado. Es lo que tiene cuidar cada segundo. Me gusta la frase con la que definen a Rafa Nadal: "juega cada punto del partido como si fuese el último".
El caso es que desde finales de la semana pasada cuento con un nuevo portátil en el trabajo. Unido a mi querida Blackberry, el portátil me permite trabajar y gestionar desde casa gran parte del trabajo que implicaba alargar la jornada laboral de manera recurrente.
Es pronto para darlo por perdido, pero me cuesta
No me gusto trabajando en casa, no disfruto. Espero que sea cosa de tiempo o que reputados profesionales del teletrabajo puedan mostrarme el camino, porque yo estoy perdido. El trabajar en zapatillas que tanto aprecia Andres Pérez, no parece casar con mi fenotipo.
Pero, como decía, me levanto y sigo intentándolo. Os dejo que voy a limpiar el correo de la ofi. Así mañana empezamos con buen pie.
PD: La genial viñeta de Dilbert la encontré en un blog de Universia