Google Reader era un lector de RSS (que es como se denomina técnicamente este servicio que permitía rastrear las nuevas publicaciones). No era el único, hay más, por lo que su desconexión desde julio de este año no debería ser un problema para los que hacemos uso de este tipo de tecnología, más allá de la inconveniencia de buscar alternativa y mover tus datos, Google ofreció un servicio que permitía una migración rápida y sencilla, desde los servidores de Google a la nueva casa que eligiera cada uno. Pero el caso es que por pereza o inercia, el cambio a otra fuente no está siendo fácil y muchos nos estamos quedando por el camino.
Resultado: leo menos blogs, muchos de ellos de amigos, y tengo problemas para estar informado de manera sencilla y regular de las cosas que me interesan o del devenir de esos amigos. Curiosamente muchos de ellos ya eran amigos antes pero otros muchos han sido contactos que la lectura mutua de blogs nos llevó a una sencilla y sincera amistad. Un efecto secundario, en este caso como creador de contenidos como este que estás leyendo, es que tengo la sensación que estoy perdiendo a parte de mis lectores habituales de la misma forma que otros creadores de contenido me han perdido a mi.
Como lector de contenido hay alguna alternativa. Twitter es un buen paliativo, pero no todo el mundo tiene Twitter o no es tan interesante publicando en su Twitter como lo era en su blog. Además no maneja la información de forma estructurada.

En resumen. Me es más difícil participar de la conversación que propugna mi querido Manifiesto Cluetrain (del que ya hablamos en el blog). No he encontrado todavía un sitio que me permita hacer lo que hacía Google Reader y mientras tanto tengo la sensación de estar perdiéndome cosas muy interesantes y dejando de leer a personas que tienen mi respeto y admiración. Espero que no me lo tengan en cuenta.