El ritmo de trabajo con el que trabajamos en este siglo XXI a veces no deja resquicio a que pasen cosas, a que escuchemos a nuestro alrededor. Hasta que un buen día te paran por un pasillo y uno de tus usuarios clave te felicita por el éxito de un proyecto que pusiste en marcha hace dos meses y en el que junto a mucho trabajo de todo un equipo habías realizado una apuesta personal.
El ego y la autoestima, hay quien dice por ahí que son la misma cosa vista desde dos puntos diferentes, precisa de pequeñas cosas como esta. Sabíamos que el proyecto era pionero en el mundo de los desarrollos móviles y que lo completamos en tiempo y forma. Multiplataforma, multicanal... habíamos mimado la criatura y evangelizado a nuestro alrededor para que nada fallase. Involucramos a diferentes equipos y les conseguimos transmitir nuestra fe e ilusión. Todo habían sido buenas palabras y señas de aprobación, pero una felicitación espontánea y personal en medio de un pasillo tiene un valor incalculable.
En todas las empresas hay perfiles de esos que en el último momento esprintan hacia las medallas y dejan atrás a los que han llevado todo el peso. Aunque este caso el final fue ligeramente diferente, estaba todo el mundo tan ocupado que ni hubo "ceremonia de entrega de medallas", es verdaderamente gratificante y estimulante encontrarte con una sencilla y desinteresada felicitación.
Sed generosos con la gente que os ayuda. Una felicitación o agradecimiento a una labor bien hecha nunca está de más y para el que la recibe, como en este caso, quizás sea la chispa que enciende algo mucho más grande.
Foto: "Medal" de la wikipedia en inglés
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2 comentarios:
Una buena reflexion Jaime!
La suscribo al 100%.
Y enhorabuena por el exito, sea cual sea.
;-)
¡Gracias Juan Manuel! A ver si llegan más retos como éste
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