El lunes cené con mis amigos Jose y Gaby, de vuelta en España para pasar las Navidades con la familia de él. Fue una cena estupenda y hablamos largo y tendido sobre gran cantidad de temas. Este año ha sido especial por la visita que les hicimos este verano en su casa de Saint Louis y estuvimos contrastando diferencias entre la sociedad norteamericana y la europea.
La mayoría de los tópicos se hacen realidad en estos diálogos. Hablamos mucho de Obama, de la crisis y del mercado laboral. Resulta curioso ver la visión para un americano de la indemnización por desempleo europea. Lejos de parecer un colchón, Jose lo califica de adormecedor y generador de conformismo. Curiosamente mete en el mismo saco a los empleados y a las propias empresas, ya que esas barreras de salida actúan en ambos sentidos.
No le falta razón, aunque yo de europeo tengo poco en mis pensamientos, aunque tampoco debemos olvidar que ese conformismo o colchón que reduce la exigencia y competitividad se transforma en una ventaja cuando uno afronta problemas en su vida y no puede pedalear a una velocidad constante y se tiene que conformar con avanzar a tirones.
Mi percepción es que el mercado laboral americano es implacable y exigente. Es la otra cara de su flexibilidad y dinamismo. Este mercado selecciona rápidamente a los que no dan la talla y les obliga a espabilar para buscarse las habichuelas (papá estado no estará ahí). ¿Qué pasa cuando uno no consigue levantar cabeza? Nada diferente, salvo nuevas oportunidades, que ya es bastante.
El mercado europeo es más complaciente y protector. Genera menos exigencia pero a la vez apaga el espíritu emprendedor y no favorece la aparición de oportunidades. Es decir, aplana la curva por ambos lados. Para personas exigentes y competitivas, Europa es un corsé. Para personas conformistas y, no nos olvidemos, también para los caraduras, Estados Unidos es una agresión a su yo más íntimo.
Como todo en la vida, la riqueza está en la mezcla, ningún sistema es la panacea porque todos somos diferentes. Además un americano es educado en su sistema y un europeo en el suyo, con lo que llevan grabados a fuego una serie de valores y percepciones.
Foto: la hice este verano bajo el Arco de Saint Louis poco antes de subir.
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2 comentarios:
Quizá la clave no se trate en buscar panaceas (el siglo XX ha estado lleno de ideologías que parecía que nos iban a salvar de todo y no han hecho más que hundirnos y abandonarnos al cinismo y la indiferencia), sino en buscar el perfeccionamiento de lo que tenemos cada uno. Quizá sea muy individualista, pero pienso que hoy en día en ambos sistemas se vende demasiado eso de que tú no puedes hacer nada por ti mismo y creo que el poder de cada uno es muy superior a lo que creemos.
Jo, menudo rollo. Venga, voy a dejar internet y vagar por el mundo a ver si me creo lo que he escrito.
Saludines,
Gracias Antonio por tu reflexión. Yo tengo claro que es mejor tener una ideología que no tener ninguna.
Empieza a existir mucha gente con la vida vacía.
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