En este mundo que intenta polarizarnos continuamente a través de las redes sociales nos hemos acostumbrado a la discusión vehemente, al conmigo o contra mí, a las respuestas directas a problemas complejos, en definitiva, a convertir toda diferencia de opiniones en una serie de zascas y contra zascas donde sólo uno puede quedar en pie.
En esa maraña de acción y reacción, se va perdiendo la cultura de la moderación y las capacidades para encontrar puntos comunes desde donde construir. Valoramos más a esos perfiles cañeros que nos hacen disfrutar cuando nos encontramos a su lado y odiarles cuando estamos en el contrario. Las personas moderadas y de consenso no están de moda.
Y esa falta de orientación a la moderación y el consenso hace que hayamos despistado el valor de la diplomacia para afrontar los problemas antes de que sucedan. Hablo de relaciones personales y de relaciones profesionales. Explicar puntos de vista, acercar posturas, escuchar necesidades del otro y compartir las propias. Un perfil diplomático en el equipo y la gestión consigue que el número de problemas e incendios a los que tenemos que hacer frente en nuestro trabajo diario disminuya a una velocidad pasmosa.
El problema del Diplomático es que, al evitar los problemas antes de que ocurran, también se pierde los focos y el protagonismo del bombero cuando acude presto a sofocar el incendio y a salvar el mayor número de elementos valiosos en un desastre. A veces consiguen salvar mucho otras veces poco, pero en raras ocasiones consiguen que todas las partes de un desastre salgan indemnes.
El Diplomático tampoco es la panacea, los temas suelen ralentizarse por esa necesidad de amarrar cada paso, pero es verdad que eliminan ¿cuántos? ¿nueve de cada diez posibles fuegos? por ahí debe andar su ratio de éxito, claro que esos nueve no salen en las redes sociales ni interrumpen la agenda de tu jefe. Adolecen de falta de "casito" y eso no siempre lo perdonamos en este mundo repleto de fachada y apariencia.
Sirva este escrito como homenaje a todos esos profesionales de consenso que consiguen sus objetivos de forma consistente gracias a trabajo, escucha y empatía alejados de los focos y el estrellato.