Nos encanta etiquetar. A nosotros mismos o a los demás, bueno, a los demás quizás nos gusta todavía más. El caso es que yo siempre he flirteado con la etiqueta de gurú, de gurú friki, pero de gurú al fin y al cabo.
En tiempos pasados esa etiqueta me llevó a la radio, a eventos, incluso me reportó algún que otro regalo, pero desde que no escribo con asiduidad ni en blogs ni en twitter (quiero pensar que por la llegada del quito hijo hace ya más de un año) este tipo de contactos habían desaparecido.
Hasta que hace unos días, en twitter, surgió la pregunta en un tweet público:
- "Hola Jaime. ¿Nos podrías seguir? Queremos enviarte un DM para proponerte algo que seguro que te interesa. ¡Gracias!"
¿Desconfío o confío? Les di el voto de la confianza. Poco tenía que perder y detrás de la pregunta estaba nada más y nada menos que Movistar
Al poco tenía el resto de la oferta, ya por mensaje directo (DM), me remitían entradas para los playoff de la liga ACB con tan solo meter un hashtag #movistarlikes en tres tuits sobre el encuentro entre el Real Madrid y el Andorra.
Acepté el reto y automáticamente pasé a ser un influencer en las redes. Mis tuits tenían precio. Por si fuera poco, me remitieron en el mismo envío otras entradas para un hipotético tercer partido que finalmente fue necesario para cerrar la eliminatoria. Doble ración de influencerismo.
Si a alguno le molestó que vendiera mi cuenta al capitalismo, pues que se calme. Mi postura en las redes es de absoluta transparencia, WYSIWYG (What You See Is What You Get). En ningún caso los vendería a causas en las que no creyese o que me provocasen cualquier tipo de conflicto.
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