Reader´s Digest

Mi padre explicaba hace unos días a sus nietos lo que suponía leer un número de la revista Reader´s Digest en la década de los 60/70/80:

"Reader´s Digest era lo que actualmente es Internet"

Y no le falta razón. Aquellos veranos de mi infancia leyendo y releyendo números y números de aquella revista diferente que aparecía por cualquier lado en casa de mis abuelos tanto maternos como paternos. Nadie hablaba de ellos, pero allí estaban, repletos de historias, entrevistas y anécdotas de todo el mundo y de todas las temáticas imaginables.

En realidad los números que yo tenía en mi poder eran de la versión en español, formalmente denominada "Selecciones Reader´s Digest", una especie de mezcla entre artículos traducidos y producción propia (los menos). Se trataba de una revista única, para empezar, el formato era diferente, pequeño y manejable, encuadernado como si de un libro se tratase y con un finísimo papel aprovechado al máximo. Sospecho que sólo podía conseguirse vía suscripción, pero quizás también se vendía en quioscos, no lo sé.

Las portadas siempre repletas de información no llevaban fotos de actualidad ni famosos, la mayoría de las veces presentaban directamente el índice, siempre pensando en el lector. Se trataba de una revista divulgativa a medio camino entre el Muy Interesante, una revista de viajes, entrevistas a lo JotDown y algunos retazos más. La variedad en las temáticas y contenidos era apabullante y su originalidad no le iba a la zaga, historias de todo tipo que siempre dejaban al lector con la sensación de formar parte de las mismas, un estilo que ahora volvemos a ver con fuerza en muchos nuevos medios.

Para colmo, al tratarse de artículos traducidos de otros países, tenías la oportunidad de leer sobre diferentes usos y costumbres, situaciones locales, idiosincrasias y personajes radicalmente diferentes a esa España de la transición.

El acceso que un chaval como yo tenía a todo ese tipo de lecturas era muy limitado, por lo que exprimía cada número en esas largas siestas en las que nunca dormía y que tenía que rellenar en una actividad silenciosa, cuando no directamente metido en la cama.

Que me despisto y me pongo tontorrón, todavía más, volvamos al tema que nos trajo hasta aquí. Aquellas revistas eran una ventana al mundo, algo que actualmente encontramos en internet. Mi padre no iba nada desencaminado.

PD: La revista sigue existiendo www.selecciones.es


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