Mucho se ha escrito sobre redes sociales, la llamada web 2.0 e Internet en general. Según quien escriba las conclusiones van desde el miedo y la desconfianza a una pasión sin límite pasando por una enorme escala de grises. Mi perfil se alinea con los apasionados. No se si es que lo veo desde dentro y no soy objetivo, pero percibo que se está creando una segunda brecha digital entre las personas conectadas a internet y las hiperconectadas a este medio a través de diversos canales, terminales, aplicaciones y en un amplio horario, por no decir 24x7.
Los hiperconectados, entre los que me encuentro, tendemos de manera natural a agruparnos y consolidar nuestras relaciones, es normal, nos encontramos a todas horas y en muchos sitios, comentando en nuestros blogs, compartiendo nuestras experiencias y estados de ánimo en twitter o facebook, recomendando lecturas y videos, moñeando en Google Wave e, incluso, desvirtualizándonos en diferentes eventos tanto de ocio o cultura como laborales.
El roce hace el cariño y uno acaba sintiéndose a gusto con estos "nuevos" amigos para extrañeza de los tradicionales. "Ten cuidado", "Internet está llena de peligros", "a cualquier cosa le llamáis amistad"... Algo que personas adultas y maduras (al menos supuestamente) a veces no llegamos a entender. Estas nuevas relaciones conocen y comparten mucho más de nuestras vidas que muchas de las relaciones tradicionales. Conocen el dia a día de lo que nos ocurre, compartimos gustos y aficiones, detectan nuestros estados de ánimo casi de inmediato, indican a su vez sus sensaciones y necesidades, agradecen nuestros gestos de atención y así un largo etcétera.
Lo curioso de estos lazos es que surgen "limpios" y sin prejuicios, alejados de conveniencias sociales y del "que dirán" en el que a veces nos vemos inmersos en nuestras relaciones físicas. Y lo mejor de todo es que nos une un impulso hacia eso, la llamada "desvirtualización", conocer cara a cara a todos y cada uno de los que día a día conocemos a través de una pequeña foto o caricatura (y no siempre).
Con el tiempo observo que la verdadera fuerza que tiene Internet ha sido la oportunidad que ha brindado, y todavía brinda al que se sube al carro, de empezar de cero. Aquí no existe pasado, o se limita a muy pocos años. Tampoco existen deudas pendientes ni situaciones históricas, es muy sencillo empezar y poco a poco ir construyendo una identidad más parecida a la que de verdad queremos irradiar a nuestro alrededor. En realidad no estamos tan lejos de nuestra identidad del mundo real, informáticos, sastres, obreros, periodistas, profesores, gestores, abogados, funcionarios o especialistas en gestión de personas no dejamos de serlo en la red, pero el nuevo medio nos da la oportunidad de hacer las cosas a nuestra manera.
Esta nueva realidad y la identificación con ella hace que los inmersos en esta situación pasemos a estar "hiperconectados" a la red, siendo puristas, estamos "hiperconectados" a las relaciones y experiencias que nos brinda internet más que a la red en sí. Y para tranquilidad de los que nos rodean lo intentamos hacer sin renunciar a nuestro otro yo, el de toda la vida, el que va a trabajar todos los días, el que cuida su familia o el que visita a ese familiar que nunca tuvo ordenador.
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