Jueves 8 de mayo. La tarde se presenta complicada de trabajo cuando me llega la noticia. En 15 minutos comienza una conferencia de Ignacio Martínez Mendizábal que no tenía agendada. Para mí este eminente paleontólogo es un desconocido. La reseña de la charla no es muy atractiva y el precedente en el ciclo de conferencias, Edward de Bono y sus sombreros (ya comentado en el blog), hizo estragos en el prestigio de estas citas.

Mis amigos Ramón y Javier deciden marchar a verla en directo y yo la veré por la web mientras desatasco el correo y algún que otro marrón. Si me aburro seré libre de quitarlo o marcharme para casa.

Comienza la retransmisión, el lugar del evento, más de mil personas de capacidad, registra algo más de media entrada, menor a la habitual en estos eventos. Parece que se retrasa el arranque, quizás la organización está esperando a los rezagados. Tras una entusiasta presentación comienza la charla.

Lo primero captar la atención de la audiencia. De libro. Peliculita de extraterrestres y lenguaje muy cercano y claro. Una vez que el público está enganchado, una historia que va increscendo hasta ponernos a todos en Atapuerca, primero en la actualidad y luego en los diferentes momentos de hace mucho tiempo marcaron la evolución humana y que los yacimientos burgaleses van desgranando a medida que las excavaciones avanzan.

La historia sigue ganando fuerza. El público ensimismado. El ponente se muestra fresco y chisposo. Domina el tema a la perfección y disfruta transmitiendo conocimiento y planteando retos a la audiencia, a estas alturas entregada por completo a su saber. Ramón me manda un SMS:"Este tipo es un crack. Te hubiera gustado". "Lo estoy viendo. INHUMANO" contesto yo pegado al monitor.

La historia no acaba aquí. No se trata de una exposición correcta técnicamente pero sin contenido. No. Se trata de poner de manifiesto la evolución de la comunicación humana, del sentimiento de trascendencia, de la potenciación de habilidades a través de herramientas, del arte.

Frases para enmarcar se suceden de manera que hasta las pinturas de las cuevas de Altamira se transforman, gracias a las explicaciones de Ignacio Martínez, en el primer power-point de la historia.

Acaba la charla. El tiempo se ha pasado volando y los aplausos atronan el auditorio como nunca antes se había oído en el recinto y se estiran y estiran mucho más allá del aplauso de cortesía al ponente.

Comienza el turno de preguntas. Todos quieren participar. Ignacio Martínez Mendizábal hace gala de sus amplios conocimientos pero a través de una modestia y simpatía infinita. La charla no es cartón piedra. Vive lo que cuenta y hace vivirlo a los que le escuchamos.

El tiempo se acaba. Ha sido un priviliegio poder participar, aunque sea a distancia, del evento. Sólo me queda actualizar el blog, felicitar personalmente al ponente y esperar a la siguiente charla. ¿igualará el nivel de esta última o se parecerá más a la anterior de Edward de Bono? Te esperamos Francis Ford Coppola.

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